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    Categories: Experiencias

Este chico casi murió ahogado pero se convirtió en la persona más joven en cruzar el océano, remó 44 días a través del Atlántico


Oliver Crane con apenas 19 años realizó un viaje increíble.

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En este artículo conocerás todas las adversidades que enfrentó, las tormentas, los días de soledad y cada detalle de esta travesía que le cambió la vida, según le contó a Infobae.

Por naturaleza los hombres soñamos y tenemos metas. A veces debemos luchar arduamente para conseguirlas, quizás en ocasiones el camino no es fácil, y algunos desisten en el trayecto, pero las personas que llegan a la meta, saben que la satisfacción es enorme. Oliver Crane tenía un sueño que convirtió en realidad y esta es su fantástica historia.

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Ben Duffy Photography/Atlantic Campaigns

Oliver no tenía conocimientos sobre náutica, ni tenía parientes, ni amigos dedicados a la marina. Simplemente, este chico neoyorquino de 19 años, antes de ingresar a la universidad le dijo a sus padres: “Sé lo que voy a hacer, voy a remar al otro lado del Atlántico”.

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Oliver estaba decidido, se preparó física y mental mente para la travesía. Fue en el 2017, un 14 de diciembre que se embarcó desde las Islas Canarias, al noroeste de África, remó durante 44 días, aproximadamente 4 800 kilómetros. Finalmente llegó hasta la isla de Antigua, en el Caribe. De esta manera se convirtió en las personas más joven de la historia en cruzar el océano.

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Caroline Abbott

Oliver se enfrentó a muchas adversidades como: tormentas, vientos fuertes, olas gigantes, pero asegura que el mayor desafío fue enfrentar la soledad. Fueron 44 días de “asilamiento”.

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Oliver en diferentes pláticas menciona: “todos en la vida tenemos un Océano Atlántico”. Sí, todos atravesamos diferentes problemas y es una metáfora interesante, pero el logro de este chico es impresionante, con la fuerza de sus brazos atravesó el océano, más de 4 800 kilómetros.

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“Pasé seis meses entrenando muy intensamente para esto. Intenté obtener tanto peso como sea posible de músculos y grasas, porque pierdes casi el 20% de tu peso cuando estás en el Atlántico”, recuerda y explica que el trabajo físico no fue lo único que hizo: “También hice un poco de yoga y aprendí técnicas de meditación, para preparar el aspecto de aislamiento del viaje”.

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Durante la travesía buscaba momentos de descanso, el chico explicó: “En un día normal remaba aproximadamente entre 12 y 14 horas y yo hacía eso en lapsos de dos horas. Así que remaba durante 2 horas y luego comía y dormía, también lo hacía durante la noche, así que nunca dormí más de 2 o 3 horas seguidas”.

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Pero al estar inmerso en esta aventura, los peligros surgían en cualquier momento:

“Hubo muchos desafíos allí afuera. Al principio fue la enfermedad del mar, no pude comer durante las primeras semanas sin vomitar. Y luego fue la soledad, 44 días y el aislamiento repercute mucho en tu mente. Pero el mayor reto digamos que fue probablemente el clima”.

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La embarcación de este chico no superaba los 23 pies de largo. En 6 ocasiones su bote se dio vuelta y una vez casi muere.

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“El bote se dio vuelta. Estaba bajo el agua atado por mis pies en la posición incorrecta. No podía salir. Pateé y pateé. Pero seguía sin poder salir. Y sentí ese miedo. Esa desesperación. Pensé que iba a morir. Y finalmente pateé y me levanté. Mis pulmones estaban a punto de reventar. Pude liberar mis zapatos y luego salí a la superficie. Pero fue un momento difícil”.

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El chico narra este hecho con una sonrisa en el rostro, pero está consciente que esta experiencia pudo haberle quitado la vida.

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Lo sorprendente de su historia fueron todos los días de soledad que pasó. Antes su amigos le habían recomendado que hablará con algún objeto o con una persona imaginaria, pero él pensaba que estás acciones lo llevarían a la locura y necesitaba completa lucidez para seguir su destino.

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El viaje que realizó, para él también fue un símbolo, una acción para concientizar a la gente de su país y del mundo. De pensar en el gran daño que le hacemos al planeta, del cambio climático que implica terribles consecuencias y sobre todo de cuidar nuestro océano.

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Estos motivos lo han impulsado a tomar una gran decisión. Ahora estudiará ciencias políticas, pues cree que con esta carrera podrá impulsar sus ideales y hacer más cosas por el planeta.

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