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    Categories: Experiencias

Hitler tenía un grupo de niñas para que le dieran hijos, aquí el testimonio de una de ellas.


Hay muchas historias de la Segunda Guerra Mundial que en nuestros días siguen revelándose.

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Una de estas historias la vivió Hildegard Trutz.

Después de la Primera Guerra Mundial, Alemania fue castigada por países como Estados Unidos, Francia e Inglaterra. El pueblo alemán no pasaba por un buen momento por eso, para muchos, el nazismo fue una alternativa.

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Hildegard Trutz quedó fascinada con el nazismo. En 1933 decidió unirse a Bund DeutscherMädel, un grupo femenil de las juventudes de Hitler. Ella tenía 18 años cuando uno de los líderes se le acercó.

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El proyecto Lebensborn consistía en crear una máquina que hiciera bebés de raza “perfecta”. Los nazis buscaron mujeres que no tuvieran antepasados judíos.

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Las mujeres seleccionadas tenían que tener relaciones sexuales con oficiales nazis. Una vez embarazadas las enviarían a un lujoso castillo para que las mujeres tuvieran una excelente gestación.

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Hildegard tenía todos los requisitos que los oficiales nazis buscaban y ella accedió a participar en el proyecto.

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Para participar era necesario que firmara un contrato donde renunciaba a su hijo, pues el bebé oficialmente sería “propiedad del estado”.

 

En un salón entraban las mujeres y ellas seleccionaban al oficial que quisieran.

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Trutz mencionó que todos los hombres eran muy fuertes, altos y rubios.

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Ellas seleccionaban el hombre y no había necesidad de conocer sus nombres. Las chicas debían esperar a sus días fértiles para que los hombres las visitaran.

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Hildegard en esos años estaba convencida de lo que estaba haciendo.

“El padre de mi hijo y yo creíamos fielmente al proyecto, no teníamos vergüenza ni inhibiciones de ningún tipo“.

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Mencionó que el padre de su hijo le pareció muy atractivo, pero creyó que sería algo tonto. Con Hildegard pasó tres noches, y después tenía la encomienda de visitar a otras mujeres.

 

Trutz se embarazó y fue enviada al castillo. Cuando nació su hijo decidió tenerlo sin ningún tipo de inyección para el dolor, pues una “buena mujer alemana” así debía de parir.

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Turtz pasó 2 semanas con su hijo y después fue envido a una casa especial. Ella no volvió a saber de su pequeño, ni del padre de su hijo.Pensó en tener más hijos para la misma causa, pero no fue así porque se casó con un oficial. A él no le agradó su pasado, pero la aceptó, pues de alguna manera entendía el contexto de su situación.

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Durante el III Reich nacieron 20.000 niños, después de la guerra muchos fueron adoptados, aunque no se tiene ningún registro, pues los archivos fueron destruidos.

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