“Después de todo lo que ha ocurrido este año con el virus cobrando tantas vidas, me ha hecho pensar cada vez más en él”, dijo Jason Kelly.

Su padre David se separó de la madre de Jason cuando él tenía 2 años, y aunque lo visitaba, la relación empezó a llenarse de rencor y, cuando tenía 8, “hice una bola de nieve gigantesca y se la arrojé y eso lo molestó tanto que fue la última vez que lo vi”. Pasaron 4 años y un día, mientras caminaba con un amigo, su padre pasó junto a él en una bicicleta, le sonrió y se alejó. Jamás tuvo noticias de él.

El chico sabía que David dormía en la calle y había ido a algunos de los lugares donde le dijeron que lo habían visto, pero no tuvo éxito. Un día antes de Navidad, alguien lo contactó y le dio la dirección donde, se estaba quedando su papá. Al llegar al sitio una mujer le confirmó la noticia, aunque David no estaba en casa.

Jason dejó sus datos y justo cuando se iba vio a su padre, que, temeroso, empezó a correr, como si no entendiera bien lo que estaba ocurriendo. “Estaba gritando ‘¡papá, soy yo, Jason!’ Al final, empezó a asimilarlo y lo alcancé para caminar a su lado. Cuando me reconoció, preguntó por la familia y estaba tratando de recordar mi cumpleaños. Luego no quiso mirarme y sus ojos se llenaba de lágrimas”, contó el chico.

Ahora intentará que la relación no vuelva a deteriorarse y le regaló un celular para que se mantengan en contacto, mientras busca cómo ayudarle a cobrar la pensión a la que su padre de 67 años tiene derecho. “Encontrarlo antes de Navidad fue increíble. Tenía eso en mente y es un milagro que haya sucedido”, finalizó Jason.

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